La
Revolución Industrial en distintos países de Europa implicó
cambios profundos en la producción, traslado, información, como así
también mayores libertades civiles y políticas. El ferrocarril y el
barco a vapor facilitaron el movimiento de trabajadores hacia lugares
donde la creciente producción agrícola o industrial lo requería
Argentina,
al igual que Estados
Unidos, Canadá, Australia, Nueva
Zelanda, Brasil o Uruguay,
está considerada como un país
de inmigración,
cuya sociedad ha sido influida en buena medida por el alto impacto
que generó el fenómeno inmigratorio masivo, que tuvo lugar a partir
de mediados del siglo XIX.
En
el primer
censo de 1869 la
población argentina no alcanzaba a 2 millones de habitantes. Por
otra parte, ya para 1920,
un poco más de la mitad de quienes poblaban la ciudad más
grande, Buenos
Aires,
eran nacidos en el exterior. De acuerdo a la estimación efectuada
por Zulma
Recchini de Lattes,
la población argentina, que de acuerdo al censo de 1960 era de
aproximadamente 20 millones de habitantes, si no hubiese existido el
aporte de la corriente inmigratoria proveniente
de Europa, Cercano y Medio
Oriente, Rusia y Japón,
sólo hubiera tenido para ese entonces poco menos de 8 millones de
pobladores.
EL
POBLAMIENTO DEL CAMPO:
Las
primeras colonias rurales de inmigrantes tuvieron lugar bajo el
gobierno de Justo
José de Urquiza;
en 1855 la
provincia de Corrientes firmó un acuerdo con el médico
francés Auguste
Brougnes,
por el cual éste se comprometía a gestionar la llegada de un millar
de familias de agricultores en el decenio subsiguiente. La provincia
les entregaría 35 hectáreas de tierra apta para el cultivo, además
de vituallas, semilla, animales e instrumentos de labranza. Los
pobladores arribarían en los años siguientes, asentándose en Santa
Ana, Yapeyú, Empedrado, Bella
Vista y
los alrededores de la ciudad de Corrientes.
En
enero de 1856 fue creada la colonia
agrícola militar “Nueva
Roma” (con una mayoría de italianos) cerca de Bahía Blanca, pero
la muerte de su fundador, Coronel Silvino
Olivieri,
hizo fracasar el tentativo.
En 1857 se
fundó, de forma particular, la Asociación
Filantrópica de Inmigración,
que obtuvo una subvención gubernamental y la concesión de los
terrenos anexos al puerto
de Buenos Aires en
los que se levantaría el Hotel
de Inmigrantes.
Ese mismo año, Urquiza patrocinó personalmente el poblamiento de
la Colonia
San José,
en Entre
Ríos.
Los
primeros experimentos datan de finales de 1856 e incluyeron la
colonia suiza de Baradero,
la colonia Esperanza,
que albergaba suizos, franceses y alemanes,
encabezados por Aarón
Castellanos en Santa
Fe,
y la colonia galesa de Gaimán,
en Chubut,
patrocinada por el ministro de Interior Guillermo
Rawson.
Sus
sucesores Bartolomé
Mitre (1862-1868), Domingo
Faustino Sarmiento (1868-1874)
y Nicolás
Avellaneda (1874-1880)
darían estímulo a iniciativas similares, aunque inicialmente no
hubo una implicación directa del gobierno en las mismas.
La
mayoría de los inmigrantes se dedicó a labores remuneradas, dando
impulso a gran cantidad de ciudades. Más efectivos resultaron los
programas de colonización en Mendoza,
en Entre
Ríos —donde
la iniciativa del barón Maurice
de Hirsch dio
lugar a las colonias judías, cuya memoria narró Alberto
Gerchunoff—
y en el norte apenas poblado, en especial Misiones y
el Chaco.
En estas últimas provincias el motor del asentamiento fueron
las empresas
forestales;
la Forestal
Land, Timber & Railway Company,
de capitales británicos, pobló el Chaco —a medida que talaba sin
remedio sus extensos quebrachales—
con braceros y hacheros, muchas veces originarios de Europa
del Este.
Otras de sus competidoras hicieron lo propio en Santiago
del Estero,
y aún Salta y Jujuy.
INMIGRACION
URBANA:
El
volumen de la inmigración, constante desde mediados
del siglo XIX hasta
finalizado el primer cuarto del XX,
significó en términos demográficos que la población argentina se
duplicara cada veinte años.
Según
el censo de ese año en la Ciudad
de Buenos Aires más
del 60% de la población eran inmigrantes, en su mayoría de origen
europeo, mientras que en Rosario sobrepasaban
el 47 por ciento de la población de la ciudad en 1910 (Censo
Municipal del Centenario) y el 42 por ciento en 1914 (Censo Nacional)
con la particularidad de que el 55 por ciento del total de
extranjeros en la ciudad eran italianos. La ciudad del sur
santafesino pasó de una población de 9.785 habitantes en 1858 a
222.000 en 1914 y en las provincias de Buenos
Aires, Córdoba y Santa
Fe el
30% de la población de estas eran inmigrantes europeos.
Más
de la mitad de los migrantes se radicó en la Ciudad
de Buenos Aires o
en la Provincia
de Buenos Aires.
Fuera de la región litoral la Provincia
de Misiones se
destacó por el alto porcentaje de inmigrantes en su población; a
comienzos de la década
del 40 sobre
una población total de 190 000 habitantes,80 000 (42 %)
eran extranjeros, con predominio
de polacos, ucranianos, alemanes y rusos.
INTEGRACIÓN DE LOS INMIGRANTES Y REPRESIÓN:
La
integración política de los migrantes siempre fue reducida;
hacia 1900,
sólo el 4 % de los adultos en condiciones de votar eran de
origen extranjero. Al desinterés del Estado argentino en
nacionalizar a los recién llegados se sumaba la indiferencia de
éstos para hacerlo, pues muchos conservaban la idea de volver a su
país de origen luego de ahorrar lo suficiente.
Coincidentemente
las comunidades de inmigrantes habían comenzado a crear
organizaciones de solidaridad mutua, como Unione e Benevolenza, el
Club Español, el Hospital Italiano, etc. A la fundación del primer
sindicato de gráficos en 1878,
le siguieron en las dos décadas siguientes la organización de
sindicatos en casi todas las ramas de la economía (empleados de
comercio, ferroviarios, carreros, panaderos, sastres, albañiles,
tabacaleros, etc.), impulsados por anarquistas y socialistas,
que en 1901 dan origen a la primera central sindical estable,
la Federación
Obrera Argentina (FOA)
El
movimiento obrero mantuvo una actitud contraria a la Ley de
Residencia, cuyo tratamiento por el Congreso en 1902 fue el factor
detonante de la primera huelga general. A pesar de ello la ley fue
sancionada el 23 de noviembre de 1902 con el número de Ley 4144.
Pese a la escisión entre anarquistas y socialistas, que fundaron
la Unión
General de Trabajadores (UGT.
En 1912 los
inmigrantes y sus descendientes desempeñaron un rol activo en la
organización y apoyo a la gran huelga agraria conocida como el Grito
de Alcorta.
Cuando
la Ley
Sáenz Peña estableció
el sufragio obligatorio y secreto, muchos descendientes de
inmigrantes apoyaron con su voto a Hipólito
Yrigoyen y
contribuyeron a que se convirtiera en el primer presidente argentino
elegido en elecciones con participación masiva. El cariz urbano y
obrero de la Argentina de los inmigrantes sería uno de los motores
de la oposición política, sindical y social, crucial durante
el siglo XX,
entre oligarquía y populismo en
sentido positivo.
A
partir de la crisis mundial de 1929,
la inmigración hacia Argentina proveniente de Europa y otros
orígenes de ultramar, comenzó a reducirse drásticamente.
TRABAJO: BRISA GUALTIERI 3RO C TT
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